¿Cómo combatir el síndrome de la impostora?
El síndrome de la impostora consiste en una falta de autoestima y confianza que hace dudar del propio potencial. Las personas que lo sufren tienen una imagen de ellas mismas distorsionada de realidad y se consideran incompetentes e incapaces de merecer el éxito que tienen. Suele afectar mayoritariamente a mujeres y, sobre todo, en el ámbito profesional. Pero, es posible superarlo. ¡Te explicamos cómo!
En una sociedad en la que pesan los estereotipos y se apunta siempre a la excelencia, muchas personas sufren el síndrome de la impostora, y la mayoría de ellas son mujeres. Según una encuesta de KPMG, tres de cada cuatro ejecutivas han confesado tener dudas de sus capacidades en algún momento de sus carreras.
Aprender a hablarnos con respeto
Para combatir estos injustos sentimientos, podemos empezar hablándonos mejor. Aun así, debemos entender que el proceso de cambiar nuestra mentalidad no es sencillo y probablemente requiera de cierto tiempo. ¿Cuál es el primer pensamiento que nos aborda si nos hemos equivocado en el trabajo? ¿Creemos que somos menos válidas por cometer un error? Aprender a hablarnos desde el respeto, teniendo en cuenta que nuestros sentimientos pueden estar distorsionando la forma en la que percibimos la realidad, es el primer paso. Si los pensamientos son muy destructivos, es recomendable buscar ayuda psicológica, lo que permitirá revisar las creencias limitantes y los autosabotjaes y deconstruir dinámicas y patrones que tenemos interiorizados.
Los éxitos son nuestros méritos, no son consecuencia del azar
Tras analizarnos a nosotras mismas, debemos mirar a nuestro alrededor, por ejemplo, el equipo con el que trabajamos. ¿Creemos que es válido? ¿Les diríamos que no están cualificados para el trabajo que están realizando? Las personas que sufren del síndrome de la impostora creen que no merecen los éxitos y que todo lo bueno que consiguen es por suerte o por azar. Por eso, es muy útil recordar que somos parte de un equipo y que todas las personas que lo forman son válidas y han superado un proceso de selección.
Otra de las acciones que podemos emprender para modificar nuestra visión de la realidad consiste en cambiar la forma en la que agradecemos los cumplidos. Para las personas con síndrome de la impostora, la primera reacción será negar el cumplido o devolverlo. Para cambiar esa reacción, podemos aprender a agradecer. Dar las gracias es un buen comienzo para creernos lo que nos dicen y empezar a interiorizarlo.
Compararse es dañino, para nosotras y para nuestro entorno
Con las demás compañeras de trabajo, es recomendable priorizar la conexión antes que la comparación. Hablar con los que nos rodean nos ayudará a darnos cuenta de nuestra valía y tal vez descubrimos que aquellas personas que creemos que son mucho mejores y más válidas en su trabajo tienen las mismas dudas que nosotras.
Compararnos con los demás no nos aportará nada beneficioso, solo nos hará cuestionarnos. Es importante, pues, rodearse de mujeres inspiradoras que se conviertan en modelos a seguir y fomenten nuestro potencial y confianza.